Adictos al 7º arte.: El Criticomerón versión clásica: Crítica de "La Noche del Cazador"

19 oct 2012

El Criticomerón versión clásica: Crítica de "La Noche del Cazador"

¡Buenas noches queridos cinéfilos! Hoy toca que el Criticomerón critique algún clásico. ¡Disfrutar de la crítica de "La noche del cazador"!
*****
La Noche del Cazador: Puro cine.


Pocas veces me habían insistido tanto en que viera una película como ha ocurrido con la que hoy nos ocupa: La Noche del Cazador. Al menos una vez por semana algún mensaje en Facebook, decenas de correos o cientos de tweets me apremiaban a que la viese, pues se trataba según ellos de una de las obras cumbre de la historia del séptimo arte.

Así que un buen día, no sin cierto escepticismo ante tanta buena crítica, decidí ver el film. Tenía hasta cierto punto de temor, pues muchas veces cuando te hablan tan bien de algo te acaba decepcionando de alguna manera u otra. Pero por fortuna no fue el caso, ya que os puedo asegurar que aquella lejana tarde del otoño de hace un par de años vi una de las mejores películas de toda mi vida. Sencillamente acojonante. Veamos por qué...

Ben Harper (Peter Graves) es perseguido por la policía tras haber robado y asesinado a alguien. Antes de ser atrapado entrega el dinero a sus hijos, John (Billy Chapin) y Pearl (Sally Jane Bruce), que lo esconden dentro de una muñeca prometiendo no decírselo a nadie. Una vez en prisión y condenado a muerte, Ben conoce al reverendo Harry Powell (un soberbio Robert Mitchum), un psicópata que viaja hasta el hogar de los Harper para hacerse con el dinero tras casarse con su viuda Willa (Shelley Winters).

Esta es la carta de presentación, la historia sobre la cual se nos presenta ante nosotros una auténtica obra maestra. Y desde un buen comienzo nos damos cuenta de ello, que es una película diferente, de esas que te hacen disfrutar en cada fotograma. Y es que precisamente en eso radica una de las armas más poderosas de la película (que no la única); en todos y cada uno de los planos, el trabajo de iluminación resulta sencillamente sobrecogedor, genial: el posicionamiento de las sombras, haciendo que estas formen parte del tiempo narrativo y acción de la historia es simplemente sublime. Algunas de las mejores escenas de toda la película se sostienen únicamente en la iluminación.

Y es que esa atmósfera oscura y opresiva que impregna en todo momento el film dirigido por Charles Laughton (por cierto, y es una pena, fue su única película) no sirve sino como apoyo al que resulta ser el tema central, oculto tras lo que parece una simple historia de persecuciones, y enseñanza importantísima que ya en esos años resultó ser una premonición de lo que hoy en día parece ser un tema de actualidad: hay que proteger a la infancia de una sociedad adulta marcada por la avaricia y el delirio.

Y es que la escena final es una oda a esta idea, toda una declaración de principios que ilumina toda la película hasta entonces oscura y perversa, para acabar lanzando un rayo de esperanza. Frente a una sociedad que se nos presenta insegura, llena de prejuicios (de los que somos testigos a lo largo de todo el film), el discurso final onírico del director aboga por preservar y confiar en la naturaleza fuerte e incorruptible de los niños. Ellos (la infancia en general) aún son puros e inocentes, y los adultos debemos fijarnos y aprender de ello para no caer en la oscuridad.

Esta oscuridad es encarnada en la figura del reverendo Powell, un ser no sólo malvado sino la representación pura del Mal, un ser incansable en su avaricia que no descansa hasta conseguir lo que quiere. Todo el metraje destila desasosiego y turbiedad, oscuridad y sensación de peligro constante. Todo ello es perfectamente encarnado por Mitchum. Él representa todo lo malo de la sociedad adulta, persiguiendo a los niños simplemente por un puñado de dinero, sin dudar en matarlos con tal de lograr su propósito. Como en el libro de Hansel y Gretel, los niños huirán de su "ogro" particular, que los perseguirá día y noche...

Como cierre de la reseña, me gustaría destacaros dos escenas:

- La primera, la escena del trayecto en barca de los niños mientras Pearl canta una canción: tras unos minutos anteriores vertiginosas, esta calma junto al canto parece ser la bienvenida que el mundo les da a los niños: soledad y desamparo. Como la vida misma.

- La escena de la aparición de Mitchum en la colina, visible solamente en su silueta mientras tararea su lúgubre canción y con los niños durmiendo en un cobertizo ajenos a su llegada. Simplemente escalofriante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario